La Basílica

Orientación

La basílica de Son Bou conforma un modelo rectangular que orienta su eje longitudinal del sudeste al noreste. Generalmente las basílicas se orientaban hacia el Oriente. En un escrito de la Didascalia Apostolorum se cita: “Cantad a Dios que cabalga sobre los cielos de los cielos hacia el Oriente”. San Agustín, por su parte, en uno de sus relatos, indica que cuando estamos de pie para orar, nos volvemos hacia el Oriente, que es donde sube el sol, pues el sol saliendo por el Oriente es el símbolo de Cristo, que es llamado Sol de Justica y Oriente.

 

 Las dimensiones

El diseñador de un edificio sagrado creía que debía imitar a Dios, como Gran Arquitecto del Universo, ordenando la materia con armonía y aplicando las bases de la geometría. Las dimensiones en planta de la basílica de Son Bou debieron planificarse en plano sin acometer ningún tipo de improvisaciones durante la construcción de la obra. La iglesia de Son Bou se presenta con unas dimensiones en largo cercanos a los 26 metros y una anchura de casi 13 metros. Estaría cubierta con un techo de doble vertiente con tejas romanas sostenido por un módulo que emplearía vigas de madera de la manera más ligera posible. Y a su vez, el peso del tejado era soportado por unos arcos construidos sobre las pilastras cuadradas del cuerpo central del edificio.

Todo el recinto de la basílica estuvo pavimentado con un mortero fino de cal y arena que se asienta directamente sobre la roca natural del terreno. Así como sucede en algunas basílicas, no se han descubierto restos de pavimentos elaborados con mosaicos ni elementos esculpidos en mármol, ni siquiera tampoco, soportes con signos epigráficos.

Poblado por descubrir

La construcción de la basílica paleocristiana de Son Bou responde a las necesidades e interés de la Iglesia por difundir el Evangelio ante un colectivo de población que debía habitar en este paraje del litoral sur de Menorca entre los siglos VII-VIII d.C. Actualmente, todavía no hemos descubierto los restos del poblado cristiano que debió asentarse a poca distancia de la basílica. Hasta ahora, las únicas muestras de la ocupación humana en la costa de Son Bou se reflejan en la  cuevas naturales que se encuentran a poca distancia y que debieron ocuparse desde la prehistoria.

Técnica constructiva

La técnica constructiva para edificar la iglesia de Son Bou es muy distinta a la que se empleó en el resto de las basílicas paleocristianas que conocemos de Menorca. Los paramentos de este templo utilizan bloques de piedra arenisca local de marés que se sitúan en los puntos más estratégicos para soportar el peso estructural de edificio y que, se combinan y alternan con piedras de pequeño tamaño, a modo de guijarros y cantos rodados recogidos de las inmediaciones de la zona costera, en muchos casos para efectuar el relleno interno de los muros de mayor solera o bien para anivelar las irregularidades del terreno y asentar la pavimentación. Sin lugar a dudas, la gran diferencia respecto a otras basílicas de la isla, es que se aplica para todas las labores de construcción, el mortero de cal y arena donde se mezclan todos los materiales que favorecieron concluir una edificación más compacta y de buena calidad. La basílica, por su parte exterior, presentaba una arquitectura desnuda y simple, carente de elementos ornamentales, de la que tan solo destacarían los vanos de las ventanas y el frontón de la fachada de acceso al templo flanqueado por sus dos columnas. Todo el edificio estaba revocado con mortero de cal y arena para protegerlo de la intemperie y conseguir impermeabilizarlo.

Conserva su forma original

Las diferentes campañas de excavación que se han efectuado en la basílica han constatado que el edificio no sufrió demasiadas reformas y que ha conservado prácticamente su forma original. Se han observado ciertas reparaciones en algunas partes del pavimento de la basílica y puntuales modificaciones con el cierre de un acceso para convertirlo en ventana en la estancia del nartex para instalar una posible escalera que permitiese ascender a un piso superior. Separado de la basílica se encontraría el baptisterio, edificio de espacio reducido para celebrar el ritual del bautismo.

 Zonas de la basílica

Al igual que cualquier basílica, la de Son Bou constaba de tres zonas:

1- Zona pública a la que podía acceder cualquiera 

En la iglesia de Son Bou, la parte pública se encontraría en la zona de su acceso, en la que encontramos un pequeño pórtico flanqueado por sus costados por columnas de fuste circular que darían paso a un amplio vestíbulo, a modo de recibidor, denominado nártex que podía servir, entre varios fines, a dar refugio a peregrinos y a gente necesitada. De igual forma, aquellas personas que no habían sido bautizadas, podían seguir la celebración de la liturgia desde aquella estancia.

 

2) Zona semipública reservada para creyentes bautizados

Desde el nartex se podía acceder a través de tres entradas al cuerpo central de la basílica que era de uso semipúblico. Esta zona tiene una longitud de 15 metros y se dividía en tres naves separadas por doce robustas pilastras rectangulares sobre las que descansaban arcos. La nave central destacaba  un poco más de las galerías laterales, con una anchura de 3,90 metros, respecto a las laterales que miden en ancho 2,80 metros. Se abrían los vanos de las ventanas en los laterales del edificio que proporcionaban suficiente iluminación a la nave central.

Solía ser frecuente que la nave lateral de la izquierda, denominada del celebrante o del Evangelio, estaba reservada a los hombres, mientras que la nave de la derecha era conocida como epistolar, se destinaba a las mujeres.

 

3) Zona privada, restringida exclusivamente para el clero

En el último tramo de la nave central en dirección al sudeste, que conecta con el altar, se han encontrado en el pavimento, los restos de la impronta de una estructura a modo de murete que tendría una altura aproximada de un metro que bloquearía el acceso directo de los fieles al altar, que se denomina cancel. El pavimento de este espacio, está realzado en un plan  más elevado con respecto al resto del suelo pavimentado de la basílica, oscilando entre los 10 y 15 cms. Este reducido espacio tabicado por su parte frontal y laterales, disponía de un pequeño coro, restringido a la orden eclesiástica.

Finalmente, en la zona más al sudeste del templo, encontramos su última prolongación, con la cabecera separada en tres cámaras: prothesis, presbiterium y diakonicon. Se accedía a ellas, desde las naves laterales ya que la instalación del cancel lo impedía desde la nave central. Las cámaras laterales eran secundarias. La prothesis era el lugar destinado a las ofrendas de los fieles. Por su parte, el diaconicon, era la sacristía donde se guardaban las ropas, los libros, los ornamentos litúrgicos, inciensos y líquidos óleo  para efectuar el culto, y, además, también sirvió como vestuario para que el clero que pudiera vestirse.

El presbiterium se encuentra en la zona central, en el lugar más sagrado del templo y estaba destinado únicamente al clero. Su forma interior se representa en forma absidial aproximándose a la idea esférica que se tenía del cielo. También relacionado con el ábside, su acceso desde la nave central estuvo cubierto por un gran arco, sostenido por pilastras que se adosan desde el interior a sus muros laterales.

En la mayoría de los casos, el espacio central absidial podía estar separado del resto de la iglesia con cortinajes. Además, el prebisterium se alzaba ligeramente unos centímetros respecto al nivel del resto del suelo de la iglesia para destacar su estancia. Allí se encontraría el altar, que debió ser móvil o construido en madera ya que no se han encontrado ningún tipo de improntas o bases en el suelo que indicasen su fijación al suelo. El altar era el objeto más sagrado del templo y la razón de su existencia. A él se le saludaba, besaba e incensaba. Por el rito de consagración, el altar se convertía en un centro del mundo por el que transcurría un eje cielotierra que contactaba el mundo celeste con el terrenal.

la atmósfera que se respiraba

La atmosfera que se respiraba en el interior de la basílica a esta altura, escenificaba un ambiente donde se jugaba con luces artificiales, creando espacios oscuros e iluminados que se conseguían gracias a la combinación de la posición constructiva estratégica de los vanos de las ventanas, el empleo de candelabros suspendidos del techo y el juego de cortinas, que, modo de mamparas, podían abrir o cerrar ciertos espacios en función del acto litúrgico que se celebrase.

La escenografía que se desea transmitir a los fieles procede de una tradición oriental que pretende identificar a la luz con Cristo. De esta forma, a medida que el fiel transitaba desde el vestíbulo hacia la zona más próxima del altar, se pasaba de un ambiente oscuro a uno más iluminado que iba intensificándose gradualmente hasta lograr la plenitud de la luz al alcanzar el altar.

Caminar hacia la luz era vivir junto a Dios; caminar en la oscuridad era apartarse de Dios y acercarse a la muerte. Y de esta forma, Cristo se presentaba como la luz verdadera de las comunidades cristianas. Innumerables son las citas metafóricas que pueden leerse en el Evangelio que utilizan los términos de la luz para hablar de la belleza y la grandeza de Dios.

 excavación en 2022

Tanto en el interior de la basílica como en la parte exterior más próxima a la costa, se han descubierto varias tumbas. Cuatro de ellas, se encontraron en el interior del templo, en las naves laterales y correspondían a enterramientos de dos individuos adultos y dos infantiles de corta edad. En la necrópolis que circunda la basílica por su parte exterior, se excavaron otras seis tumbas. Al tratarse de excavaciones arqueológicas antiguas, se desconoce el paradero de los huesos de estas tumbas y no ha sido posible por el momento, ofrecer más detalles demográficos, antropológicos ni de la fecha de los enterramientos, aunque consideramos que se tratan de tumbas asociadas al periodo relacionado con el culto cristiano que tuvo lugar en la basílica de Son Bou desde finales del siglo VII y que se continuó durante buena parte del siglo VIII d.C. 

De esta manera el cristianismo que se había introducido en Menorca a partir del siglo IV d.C. desde las ciudades portuarias de Magona (actual Mahón) y Iamona (actual Ciutadella), fue consolidándose con la incorporación de nuevas formas eclesiásticas por el resto del territorio insular y que debieron tener su plenitud constructiva durante el siglo VI d.C. Por tanto, la basílica de Son Bou se enmarcaría en una fase de plena madurez y vigencia del cristianismo.

La identificación de varias pilas bautismales idénticas a la de Son Bou que se han encontrado en Tierra Santa y la propia planta arquitectónica de la basílica, es muy similar a las de otras basílicas de Oriente, posibilita plantearnos que la basílica de Son Bou fue construida con parámetros de arquitectura inspirados en las provincias del Imperio Romano de Palaestina Prima y Arabia, e incluso sería lógico que arquitectos y obreros procedentes de Oriente la hubieran construido con el consentimiento de la organización diocesana de Menorca.

No sería sorprendente que el clero menorquín quisiera construir una basílica en la costa de Son Bou. Seguramente existiría un asentamiento de población diseminada en este paraje aprovechando los recursos agropecuarios y de pesca donde la organización eclesiástica quiso actuar para organizar a nivel religioso y administrativo la vida de aquella comunidad.

Datación de la basílica

En la campaña de excavación promovida por la organización Sanisera y dirigida por el arqueólogo Fernando Contreras, efectuada durante el mes de noviembre de 2022, se ha podido datar la construcción del edificio gracias al análisis de una muestra de carbono 14 analizada en el laboratorio estadounidense de Beta Analytics que tiene su sede en Miami, Florida. Durante el proceso de excavación, se tuvo la gran suerte de recuperar una muestra de carbón que se encontró en la base del cancelque separaba los ámbitos del presbiterium con la nave central. La muestra ha proporcionado una datación comprendida entre los años 677 y el 708 d.C., pudiéndose construir la basílica entre finales del siglo VII d.C. y principios del siglo VIII d.C. Esta novedad ha abierto un nuevo planteamiento que se cierne sobre el mundo paleocristiano de Menorca, ya que, si consideramos aceptable esta datación, nos encontramos ante la basílica más moderna que se fundó en la última etapa del cristianismo de Menorca, previa a la conquista árabe de la isla y que explica como el cristianismo prolongó su práctica a lo largo del siglo VIII d.C.