El marco geofísico

El patrimonio cultural marítimo de Son Bou, responde a los restos de una basílica paleocristiana que se encuentran en el extremo este de la playa, en la zona llamada Sa Canessia, topónimo árabe que deriva del término Kānisa que hace referencia a la existencia de ruinas de carácter religioso de culto, judío o cristiano, a los que se les suman algunas estructuras dispersas a pocos metros del templo.

 

 Asentamiento humano en Son Bou

Es lógico que los restos arqueológicos de Son Bou tuvieron que asociarse al medio natural del litoral de Son Bou dadas las características que reúne su medio físico, en la que son presentes sus acuíferos y una laguna litoral, y que, por orden de importancia, sería la segunda albufera más importante de Menorca después de la de Es Grau.

Las condiciones naturales de Son Bou reúnen unas características muy favorables que propiciaron la aparición de un asentamiento humano permanente en este territorio. La albufera o Prat de Son Bou, es uno de los espacios más peculiares e interesantes del Migjorn menorquín. Este humedal abarca unas 80 hectáreas y se emplaza al lado occidental de la basílica de Son Bou. Se alimenta de las aguas dulces, de muy bajo contenido salino, de los barrancos de Son Boter y del Bec.

De esta forma, la estabilidad permanente de agua dulce debió favorecer las actividades primarias agrícolas y ganaderas del llano de Son Bou, que seguramente debió también aprovechar los recursos marinos de pesca, recolección de moluscos de las inmediaciones costeras y la posibilidad de la elaboración de salazones de pescado.

Una leyenda popular

De Son Bou conocemos una leyenda popular que argumenta la existencia de un poblado sumergido en las inmediaciones, del que nunca se han encontrado vestigios. Algunos arqueólogos han intentado descubrir la “ciutat de Parella” efectuando inmersiones explorando el fondo marino sin éxito alguno hasta el momento.
  El topónimo de Son Bou Un dato interesante que se asocia al topónimo de Son Bou, es un sistema de pesca conocido tradicionalmente como pesca de bou que consiste en arrastrar por el fondo marino un saco de red con la intención de capturar peces, crustáceos y moluscos marinos que viven sobre el fondo. Para ello, eran necesaria la atracción de dos embarcaciones que tirasen de ella lateralmente. El hecho de que fuera una pareja de elementos, la que moviese la red de pesca para arrastrarlo por el fondo del mar, como si dos bueyes araran el lecho marino, podría estar en el origen del nombre bou (buey en castellano) ya que fue en puertos del ámbito lingüístico catalán y valenciano donde se usaba. De hecho, también se utilizaron parejas de bueyes para tirar de la red desde tierra o para varar las embarcaciones en las playas donde no existía un puerto de abrigo, tal es el caso que pudo darse en   la playa de Son Bou según observamos su orografía, pudiendo derivar al topónimo que en tiempos modernos se asignó a este litoral menorquín