excavaciones arqueológicas
descubrimiento arqueológico
La basílica de Son Bou fue descubierta gracias a su pila bautismal. Los agricultores que vivían en las tierras próximas a la playa de Son Bou, conocían una extraña y singular piedra que sobresalía a flor de tierra a la que llamaban “Es Morter” que, por su aspecto, tenía forma de mortero. Era un monolito cilíndrico de piedra arenisca de la zona que presentaba un diámetro de 1.37 metros y una altura de 0.90 cms., con abertura cruciforme en forma de trébol. Don Juan Flaquer Fábregues, arqueólogo delegado de la custodia del patrimonio arqueológico de Menorca, conocía la existencia de la piedra “Es Morter”, y tenía intención de trasladarla al Museo de Mahón. El día 16 de septiembre de 1951, el Padre Gabriel Seguí Vidal, que había efectuado una tesis sobre la Carta Encíclica del Obispo Severo para especializarse en los estudios históricos y arqueológicos, visitó Menorca porque había sido invitado por la Diócesis menorquina para celebrar unos ejercicios espirituales en el Monte Toro durante unas dos semanas. En aquellos días, El Padre Gabriel Seguí y el Sr. Obispo de Menorca, D. Bartolomé Pascual, en un momento de descanso, fueron a visitar los museos de Mahón y tuvieron ocasión de mantener un encuentro con Don Juan Flaquer que les informó del hallazgo de “Es Morter” y les comunicaba que iba a trasladarlo al Museo de Mahón. Ante la gran noticia, el Padre Gabriel Seguí, le pidió a D. Flaquer que no lo hiciera por el momento ya que podría ser la antesala de un importante descubrimiento que pudiera asociarse a la arqueología de los primeros cristianos de la isla. En los días siguientes, el Padre Seguí y el resto del clero retomaron los ejercicios espirituales, pero la curiosidad como historiador y arqueólogo de Seguí le llevó a organizar, el día 24 de septiembre, una excursión con el Sr. Obispo y algunos otros sacerdotes para conocer los restos arqueológicos de “Es Morter”. Según cuenta el P. Segui: “desde las inmediaciones de Alayor nos dirigimos a la playa de Son Bou, recorrimos en coche unos diez kilómetros de camino, y atravesando campos pedregosos, espesos bosques e incómodas pendientes, llegamos por fin al terreno donde se encontraba la pila. El paraje pintoresco y los bellos horizontes dan a aquel rincón menorquín un encanto especial”. El grupo de sacerdotes exploraron alrededor de la piedra de “Es Morter” confirmando que se trataba, sin lugar a dudas, de una pila para efectuar el rito del bautismo durante la Antigüedad. Además, explorando los alrededores, encontraron evidentes indicios de las ruinas de algún edificio que interpretaron que pudo estar destinado a fines religiosos.El diseño de la pila bautismal
Gracias a un estudio publicado sobre pilas bautismales paleocristianas, sabemos que catorce de ellas son idénticas a la de Son Bou. Se han encontrado en conjuntos eclesiásticos de Tierra Santa en sus provincias del Imperio Romano de Palaestina Prima y Arabia, actuales países de Israel, Palestina y Jordania. Solamente una de ellas, se conoce en la isla mediterránea de Rhodas.
La mayoría de estas pilas bautismales se elaboraron a partir del siglo VI d.C. con piedra caliza local del mismo lugar donde se construía la basílica, ninguna utilizó el mármol ni tampoco fueron recipientes que se exportasen a otras zonas del mediterráneo. Solían pulir suavemente las partes que eran visibles y normalmente carecían de decoración. Posiblemente, el diseño original de esta pila con cubierta en forma de trébol se efectuó por primera vez en las regiones alrededor de Jerusalem y desde allí, se difundió su modelo por Oriente y otros territorios por donde se fue propagando el cristianismo.
Primeras excavaciones
Tal y como cuenta su relato el Padre Seguí: “el señor Obispo, conmovido por los descubrimientos, decidió que se efectuase allí mismo bajo su autoridad, los oportunos trabajos de excavación”. Al día siguiente, 25 de septiembre de 1951, se inició la primera campaña de excavaciones bajo la inspección del Reverendo Sr. D. Fernando Martí, profesor de Historia eclesiástica y de Arqueología Sagrada del Seminario.
Desde finales del mes de septiembre de 1951 hasta el mes de noviembre de 2022, varios equipos de arqueólogos e investigadores han deseado conocer el pasado de la basílica de Son Bou.
Entre los años 1951 y 1952, el Obispo de Menorca, monseñor Bartolomé Pascual Marroig promovió con su grupo eclesiástico, durante varias temporadas, la excavación de todo el recinto interno de la basílica, descubriendo todas sus dependencias y un enterramiento. Pudieron recuperar fragmentos de cerámica romana y tégulas de la cubierta del edificio, así como también, cerámicas islámicas de un periodo más tardío que atestiguan la perduración del habitad del litoral de Son Bou tras la etapa paleocristiana de Menorca.
Destacó entre los objetos más singulares de las excavaciones, el hallazgo de un polycandelon de bronce, una especie de candelabro que iría suspendido del techo, en el que se colocaban pequeños vasos de vidrio que contenían aceite y que, a modo de lámparas, iluminarían el interior del templo. Actualmente se puede contemplar en las vitrinas del Museo Diocesano de Menorca (Ciutadella).
Excavaciones de 1965
En el verano de 1965, Maria Luisa Serra Belabre, dado el interés que suscitó la excavación de la basílica de Son Bou en los años cincuenta, quiso continuar la excavación alrededor del templo. Con anterioridad, Serra ya tenía experiencia como arqueóloga en las intervenciones que efectuó en otras basílicas como las basílicas de Fornàs de Torelló e Illa del Rei.
A través de fotografías antiguas sabemos que Serra Belabre, en todas las zonas donde excavó, estudió una necrópolis con más de siete tumbas que circunda la basílica por sus costados este y sur. Las tumbas estaban orientadas siguiendo el mismo eje de la basílica de sudeste a noreste.
Excavaciones de los años 80
Posteriormente, en la década de los años 80, y en varias campañas anuales, los arqueólogos M. Orfila y F. Tuset, continuaron las labores de excavación. En esta ocasión, se efectuaron varios sondeos alrededor de la basílica y en otras zonas un poco más apartadas junto a la costa. En cuanto a la intervención que efectuaron en el lado norte de la basílica, se recuperó un repertorio de cerámica romana y islámica muy similar al que se descubrió durante los años 50, con la excepcionalidad de un hallazgo numismático muy interesante que correspondía a un dirham de plata acuñado durante el emirato de Abd-al-Raman I (167 H = 783 d.C.), que actualmente forma parte de la colección arqueológica que exhibe el Museo de Menorca en Mahón.
el ritual del bautismo
El ritual del bautismo se celebraba con la ayuda simbólica del agua, reconocida como fuente de vida y purificación. La noche del Sábado Santo era el gran día del bautismo de los nuevos cristianos, que normalmente recibían el bautismo por inmersión en una pequeña piscina. El acto de inmersión implicaba un ritual concebido en dos episodios cruciales. En primer momento, consistía en sumergir al individuo en el agua, con la intención de descender ahogándolo en busca de la muerte, y de esta manera, se conseguiría borrar su pasado. Acto después, en el segundo episodio, el individuo emergería de la profundidad para renacer totalmente purificado. El bautismo implicaba un misterio súbito de la sepultura de una vida pagana anterior y una resurrección que comportaba una “nueva vida”, limpia y purificada.
Al lugar donde se colocaba la pila bautismal se le denomina baptisterio. Por regla general, este lugar para efectuar el rito del bautismo, se encontraba adosado a modo de capilla o bien formando una sala anexa al cuerpo de la basílica. También en algunas ocasiones, se situaba a los pies de la nave central o bien en las dependencias exteriores por las que se accedía a la basílica. Es imposible expresar categóricamente un patrón arquitectónico que concrete donde era obligatorio emplazar el baptisterio. No obstante, si que podemos confirmar que la pila bautismal de Son Bou no ocupa su lugar original y será la investigación arqueológica en futuras excavaciones que nos explique de donde partió.
Este tipo de piletas se colocaban directamente sobre el pavimento o bien parcialmente iban hundidas. En el caso concreto de la pila de Son Bou, sabemos que iba semienterrada como mínimo 25 cms.
El simbolismo de la forma en trébol de la cubierta de la pila bautismal se asoció a la Cruz en la que Jesús fue crucificado, y a la Tumba en la que fue sepultado y de la que resucitó. Estas imágenes simbolizaban la pasión y la muerte por la que pasaba cada candidato durante la inmersión bautismal.
Si centramos nuestra mirada en la pila bautismal de Son Bou, podemos comprobar que no tiene suficiente espacio para efectuar una inmersión de un adulto, tal vez sí, de un recién nacido o infantil de corta edad. Lo más lógico sería que el candidato sumergiera la cabeza, dirigido por la mano del sacerdote, empujándolo al agua en varias ocasiones durante el rito bautismal.